
Supongo que no le hace falta presentación a la famosa japonesa a la que le aterra el desorden y el horror vacui. Mi intención es no ser demasiado hater con este tema, que conste, que incluso he leído algún artículo en el que una panda de iluminados comparan su método con el escenario de Fahrenheit 451… pobre Marie Kondo.
Estoy segura de que el orden en nuestro hogar puede aportar muchos beneficios. Por ejemplo, según los doctores J. Ferrary y C. Roster nuestra casa es un estado emocional que nos acompaña, y algunas de las ventajas que supone el orden son una mayor concentración, ahorro económico, satisfacción personal, reducción del estrés, mejora de autoestima, aumento de rendimiento y sensación de control. Vamos, que sí, que tener las cosas ordenadas con sentido tiene ventajas (cuántas veces nos habrán dicho nuestras madres eso de «¿dónde va estar? pues en su sitio»).
Hoy me gustaría hablar de lo que la llamada a menudo «gurú del orden» Marie Kondo nos recomienda para ordenar las bibliotecas de nuestras casas. Soy plenamente consciente de que yo soy propensa al tsundoku (積ん読), un bonito término japonés que se refiere al hábito de la adquisición de materiales de lectura, pero dejando que se amontonen sin leerlos.

Pues sí. Tengo en casa libros a medias, otros ni siquiera empezados. De hecho los cuento: cuarenta y nueve. En estos momentos me gusta pensar como la escritora Anakana Schofield: «Los libros sin leer son futuros de lectura imaginarios, no un indicador de fracaso». Este año me he propuesto acabar diez de esos libros que tengo pendientes, pero si no lo consigo (es más, apuesto en mi contra), no pasa absolutamente nada.
Pero vuelvo a lo que iba, a nuestra querida Marie Kondo.
Hace un par de años hojeé uno de sus libros, “La magia del orden”. Tenía curiosidad porque era un libro muy solicitado en la biblioteca. Rápidamente vi que había un capítulo sobre qué hacer con nuestros libros, y admito que pensé, madredelamorhermoso, a ver que me encuentro aquí.
Recomendando que en nuestros hogares mantengamos una colección de libros LO MÁS REDUCIDA POSIBLE, el método KonMari para ordenar nuestras bibliotecas consiste en apilar todos los libros (separando leídos de no leídos), tocarlos uno a uno y decidir sin abrirlos (¿y si hay algo bonito olvidado dentro qué, Marie?) si se quedan o se van. ¿Criterio? Si te hacen sentir verdadero placer cuando los sostienes. Los leídos te tienen que encantar de verdad (pero de verdad de la buena) para conservarlos, porque si no es así ya cumplieron su función en su momento, mejor darles gracias y adiós. Y además, si después te arrepientes, no te preocupes: te los vuelves a comprar o te vas a la biblioteca. Los no leídos: ¿de verdad lo vas a leer? ¿Pero de verdad? ¿En serio?. Y por último si te tienta retener alguno que no te gusta especialmente pero algun fragmento sí te removió las entrañas, te lo fotocopias y te fabricas un dosier.
Alucinadita me quedé.
Marie Kondo ha conseguido reducir su biblioteca a 30 libros despidiéndose ceremoniosamente de los que se deshizo (y dando siempre las gracias por los servicios prestados), bien por ella si así se siente más feliz y con menos polvo que limpiar. Yo misma me he deshecho de libros en muchas ocasiones, no estoy diciendo que sea un crimen hacer un expurgo de vez en cuando. Pero es que para muchos, estar rodeados de muchos libros sencillamente reconforta. Que haya libros a mi alrededor me provoca, desde que tengo memoria, una tranquilizadora sensación aunque no estén «bien colocados», o muchos me griten recordándome que no han sido leídos u otros me reprochen frunciendo el lomo haber sido empezados muchas veces y dejados por imposibles.
Recuerdo que me alegré cuando liberé a todos mis libros de sus cajas prisión durante el último traslado. Por fin la casa tenía más almas. Como dice Edward Newton, editor y coleccionista, «Incluso cuando la lectura es imposible, la presencia de libros adquiridos produce tal éxtasis que anima a la compra de más libros, lo que representa un afán del alma de infinito… apreciamos los libros incluso si no son leídos, su mera presencia emana confort, su fácil acceso, la tranquilidad».
¿Qué os parece toda esta locura minimalista? Desde que Marie apareció en nuestras vidas (sobre todo «gracias» a Netflix) se pueden encontrar una infinidad de opiniones sobre su método. ¿Mi favorita de momento? Vuelvo con Schofield:
«No hagas caso a Marie Kondo o KonMari en relación a los libros. Llena tu casa y tu mundo con ellos. Me importa una mierda si tirais vuestras bragas y tupperware pero está equivocada sobre los libros. Cada ser humano necesita una extensa biblioteca que no esté limpia, estanterías aburridas (…). Lo he dicho cien veces: la literatura no existe solamente para confortarnos y aplacarnos. Debe también disturbarnos y perturbarnos. La vida es perturbadora.»
Toma ya.
Por supuesto, cada uno que ordene como quiera. Solo recordad que hay muchas maneras de donar vuestros libros. Sin ir más lejos, hace pocos días en el barrio una jovencita (y puede que futura bibliotecaria) ha aprovechado unas cajas para montar un punto de intercambio. Bravo por ella. O si son súper preciosos pero tenéis vuestros motivos para decirles bye bye, pues también me los podéis regalar a mi y yo así sigo acumulando feliz con mis libromanías.
Termino confesando que no puedo evitar imaginar a Marie Kondo en una enorme biblioteca personal, y YA SÉ que su método no es el indicado para grandes colecciones de eruditos, por ejemplo. Pero aun así, me viene a la mente acudiendo a casa de alguien como el añorado Umberto Eco que tenía más de 30.000 libros. Tras sufrir un desmayo, me imagino a la pequeña japonesa pidiéndole a Eco que apile sus libros en el suelo, que los coja uno a uno y se pregunte si le hacen feliz. Una visión surrealista pero dejadme con mis cosas… En mi cabeza a veces Marie sale corriendo despavorida por los interminables pasillos abarrotados, en otras Eco lo intenta, apilando libros durante 45 horas seguidas hasta que ya no se puede caminar por la casa sin hacer parkour.
Conclusión de todo esto: limpiar y ordenar es bueno y haced con vuestros libros lo que os de la gana. Yo de momento no me voy a deshacer de ninguno. Los he ordenado por colores y las estanterías han quedado preciosas.