¿En serio quieres volver a la normalidad, a aquella normalidad, a esa cosa desenfrenada de antes, sin pausa ni conciencia?

¿Quieres?

En el antes veo perros rabiosos haciendo cola en el super, cogiendo el metro o el tren, entrando babeantes a sus puestos de trabajo, comiendo mierda al mediodía, abriéndose sonrisas falsas con cuchillas de afeitar. Cuanta más rabia más premio, más indecentes huesos que roer.

El puto virus nos demuestra que cualquier predicción puede valer lo que un pedo en el mar, o sea, nada. ¿No es mejor centrarse en vivir más el presente? Y que esto no se quede en un dicho hippie. La economía parece más que nunca un discurso que el capitalismo ha creado para justificarse a si mismo. Me levanto con la noticia de que el FMI predice una caida del PBI del 8%. ¿Y que cojones sabéis vosotros?, me pregunto. Aquí y ahora algo me dice que el mundo de los grandes números y las falsas promesas tiene fisuras y heridas de mal pronostico.

Paso por todos los estados de ánimo en el mismo día. Hace un momento he salido a terraza, día de lluvia, y un aire fresco y limpio me ha inundado los pulmones, el verde de los arboles crece sin control y las flores de mi balcón revientan en múltiples colores. Y el silencio… bendito silencio cuando también encuentro paz dentro, como ahora. Hay un mensaje que me viene de ahí fuera, algo así como, te toca mirarte a ti mismo, soy el espejo de todo y de todos. Eso es lo que me dice el mundo hoy.

Nota: Cuento el confinamiento desde el día que me sentí confinado.