«Somos viento, nosotros. No el pecho que nos sopla.
Somos palabra, nosotros. No los labios que nos hablan.
Somos paso, nosotros. No el pie que nos anda.
Somos latido, nosotros. No el corazón que lo pulsa.
Somos puente, nosotros. No los suelos que se unen.
Somos camino, nosotros. No el punto de llegada ni de partida.
Somos lugar, nosotros. No quien lo ocupa.
No existimos nosotros. Sólo somos.
Siete veces somos. Nosotros siete veces
Nosotros, el espejo repetido.
El reflejo, nosotros
La mano que apenas abre la ventana, nosotros
Nosotros, el mundo llamado a la puerta del mañana. «

Subcomandante insurgente Marcos, Enero 2001

La vigencia de este texto siempre me sobrecoge. El camino sigue y sigue, los años, las cosas que nos van pasando, la gente que entra y sale de nuestras vidas y de vez en cuando este textito del Sub se me aparece y me da la sensación de que es como la primera vez que lo leo; tiene un nuevo matiz, un nuevo sentido, me hace mirar la vida y el prisma desde un nuevo ángulo, me acierta otra vez en la definición de lo que és. Y se me vuelve más grande, más que nunca, otra vez, en esta época de pandemias víricas y pandemias miedosas.